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Desarrollando la intuición

Según el diccionario, la intuición es la percepción o conocimiento instantáneo de una verdad o idea sin la participación de razonamiento alguno. Para muchas personas, la intuición es algo levemente físico, un sentimiento en el estómago o una sensación de cosquilleo en cualquier parte del cuerpo. Para otras, la intuición es más sensorial, una imagen que viene a la cabeza de forma repetida, un sentimiento de que esto es así de forma inequívoca, o incluso un mensaje claro en la mente consciente. Es lo que llamamos a veces el sexto sentido.

Pensando en las musarañas

El problema es que, cuando uno va por la vida, como vamos todos los mortales en este planeta, siempre sumidos en nuestros pensamientos y en nuestro mundo de problemas y preocupaciones, normalmente no hacemos ni caso a la brújula que normalmente mejor nos podría servir de guía, si le pedimos ayuda, pero a la que nunca oímos o nunca queremos hacer caso.

Y es que la intuición es un mecanismo fascinante, una herramienta más que interesante que usamos mucho menos de lo que podríamos, y que nos podría ayudar mucho más de lo que en realidad nos ayuda, por no contar con ella. ¿De dónde proviene realmente la intuición? ¿Podemos decir que no es más que la comunicación directa de nuestro subconsciente con nuestra mente consciente?

Lamentablemente aun hay mucho ruido en nuestro interior, demasiados pensamientos generados por el ego y la mente analítica de forma tan constante que es imposible, en la mayoría de los casos, distinguirlos de cualquier otra cosa que puede provenir de cualquier otro sitio. El caos  mental nunca para, el cerebro no puede dejar de pensar, analizar y catalogar, y por eso se generan casi 60.000 pensamientos diarios en nuestra mente (según algunos estudios científicos al respecto). ¿Cómo descubrir entre tanto jaleo el mensaje de nuestra intuición a no ser que este venga encapsulado de forma diferente, tenga un tono especial o una forma distinta de hacerse ver o de salir a la luz?

Cómo desarrollar la intuición

Si quieres hacer de tu intuición un mecanismo más vivo, dale personalidad. Imagínatelo como lo que puede ser, una voz directa desde tu subconsciente que te intenta transmitir algo que necesitas saber. Puede que no desees oír voces en tu cabeza, o que temas realmente oírlas para que no te tachen de loco, pero eso no tiene por qué saberlo nadie. Grandes personajes de la historia han contado en sus biografías que las grandes decisiones que han tomado en sus vidas han estado siempre apoyadas por un fuerte sentimiento de que esa era la decisión correcta, o incluso que sentían u oían indicaciones de qué camino escoger. Sócrates dijo que siempre tenía una voz que aunque nunca le decía qué decisión tomar, siempre le apartaba de aquellas que no le eran convenientes.

¿Cómo podemos mejorar ese canal de comunicación y reforzar esa recepción de información? Aquí os propongo algunos ejercicios simples:

En estado de relajación procura ser consciente de las impresiones que recibes a través de los sentidos y de tus sensaciones internas. Se trata de aprender a prestar atención a las sensaciones que recibimos constantemente y de las cuales pasamos olímpicamente en nuestro día a día. Por ejemplo: oigo tal sonido, percibo tal aroma, tal sensación, etc. Aprende a notar todo lo que llega a ti a través de tus sentidos para darte más margen a la hora de descubrir esa posible comunicación de tu subconsciente.

Formula preguntas: La intuición siempre está a nuestro servicio, y es posible hacerle todo tipo de preguntas. Eso sí, las cuestiones han de ser concretas o la respuesta se podría interpretar de varias maneras. En todo caso, la intuición siempre contesta y sobre todo, nos da las respuestas que mejor nos sirven y ayudan en cada momento de nuestra vida.

– Obtén respuestas: Escribe varias preguntas en diferentes papeles, y después, con los ojos cerrados, elige una al azar. Inmediatamente después, sin dar tiempo al pensamiento racional a interferir, repite en voz alta todo lo que sientes o percibes. Es importante grabar o que alguien anote lo que digas. El truco consiste en no callar nada que venga a la mente. Si ésta se queda en blanco, hay que respirar hondo, concentrarse en una de las sensaciones y dejar que nos lleve a otra. Luego analiza tus impresiones y trata de hallarles un significado. Por último mira el papel elegido y descubre la pregunta a la que has contestado. Es mejor no saber a qué se responde al hacer el ejercicio, pues así la mente consciente no bloqueará el proceso.

– Interpreta los mensajes: Para descifrar el significado de tus impresiones, analízalas detenidamente. Busca similitudes entre las palabras y pregúntate qué quieren decir para ti. Utiliza la asociación de ideas. Si la intuición se ha manifestado mediante imágenes o símbolos, como ocurre en los ejercicios de visualización, entonces intenta averiguar qué significan éstos para ti, o conviértete en el propio símbolo para ver qué sientes así.

La intuición, como todo, requiere entrenamiento y práctica. En realidad, solo requiere que se le preste atención y se actúe según su consejo, pues ello refuerza el hábito de escucharnos a nosotros mismos a un nivel más interno y más inconsciente donde existen respuestas y conocimientos que no tenemos a nuestra disposición en la mente agitada de nuestras horas de vigilia.  Es el hecho de reconocer el mensaje y actuar sobre él lo que envía de vuelta una señal de reconocimiento al subconsciente que indica que básicamente estamos aceptando este canal como una vía importante de recepción de información.

¿Me invitas a un café?

un saludo,
David Topí

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