Metafísica - Estructura de la realidad - Mente y Consciencia -  Sistema energético del ser humano 

Descripción de los doce arquetipos del Ego

Completando la serie de tres entradas sobre los arquetipos del ego vamos a hacer un pequeño resumen de las características principales de cada uno de ellos, simplemente como guía de los rasgos más importantes de nuestras subpersonalidades que afloran cuando uno de estos arquetipos toma el control de nuestra vida. Si no viste las dos primeras entradas, aquí tienes el Test y aquí tienes las indicaciones para puntuarlo.

Inocente. El inocente nos ayuda a crear nuestra imagen, la máscara que lucimos ante el mundo, nuestra personalidad y rol social. Aunque esta imagen carezca de profundidad y complejidad, nos proporciona, a nosotros y al resto de personas, una especie de sentido sobre quienes somos y que puede esperarse de nosotros. Es la pregunta que hacemos a todo niño: ¿Qué vas a ser cuando seas mayor?. Como adultos, nos identificamos con los trabajos que hacemos y con nuestro estilo de vida. El inocente interior que llevamos con nosotros quiere ser amado y ser parte de las cosas. Quiere pertenecer, encontrar su lugar, sentirse reconocido, a veces por las buenas, a veces por las malas.

Huérfano. El Huérfano es el cínico, la personalidad que ve cual de nuestras cualidades debe sacrificar o esconder para representar el papel del inocente, para que le acepten. Es la parte de nuestro ser interior que aprende a reconocer y evitar situaciones que probablemente puedan dañarnos. Trata de protegernos de sentirnos abandonados, heridos o víctimas. Para ello, se vale incluso de tretas o conocimiento que a nivel consciente no sabemos ni que lo poseemos, por lo que se convierte en un valioso defensor de nuestro bienestar a ultranza, negando a veces la posibilidad de nuevas experiencias por miedo a no salir bien parado de ellas.

Guerrero. El Ego quiere que sus necesidades sean satisfechas, pero además se preocupa de «cómo» van a ser satisfechas. El Guerrero de nuestro interior ayuda en esta tarea. Cuando el guerrero actúa estrictamente en términos de nuestro interés personal, está ayudando a desarrollar el ego, blandiendo nuestra espada para cortar todo aquello que pueda amenazar la supervivencia del cuerpo, y nuestra integridad.

Cuidador. Esta subfaceta nuestra desarrolla un sentido moral y de responsabilidad por el cuidado y bienestar de otros. Se preocupa por cómo se encuentran los demás, además de nosotros mismos, y no solo por las personas en si, sino por el bien global de la humanidad. Tiene la habilidad de sacrificarse por un bien mayor común para muchas personas.

Buscador. Este subcarácter busca la iluminación y la transformación interna, pero inicialmente está muy controlado por el pensamiento de nuestro ego. El buscador piensa que todo gira alrededor de ser mejor, conseguir más, tener éxito, perfección. El viaje del buscador requiere coraje para romper las barreras de lo desconocido y lanzarse en su búsqueda y exploración.

Destructor. Es nuestra subpersonalidad que abre la puerta al reprimido Huérfano. Huele el tesoro de la cueva, pero no lo puede ver. Es el rebelde sin causa porque bajo la influencia del ego solo lo material importa, así que destruye todo aquello que no le conviene o no entiende, como modo de protegerse de posibles amenazas.

Amante. El Amante quiere unificar cosas, es el símbolo de la unión sagrada, con el yo superior, con el amor, con el universo. Influenciado por el ego busca sin embargo este amor en el mundo exterior, olvidando a veces el amor por uno mismo, hacia adentro. El amante es el soñador de un mundo mejor, algún día, en algún sitio.

Creador. El creador nos ayuda a despertar la semilla de nuestra identidad genuina, nuestro ser más profundo. Crea muchos proyectos e ideas, tiene la fuerza de lanzar sin parar nuevas cosas, pero también muchas veces encuentra su energía dispersa en demasiados sitios, convirtiéndose más en cargas y insatisfacciones. El creador es nuestra potencia e iniciativa para sacar de nosotros lo mejor de nosotros mismos y convertirlo en realidad.

Dirigente. El dirigente se asocia con la creación del orden y el mantenimiento de las reglas. Su función principal es la de organizar, poner paz, unificar y armonizar su alrededor. Este subcarácter del ego es una especie de Rey Arturo de la Mesa Redonda, siempre encargado de que todo esté en perfecto orden y estado.

Mago. El Mago es el elemento que continuamente transforma y cura a nuestro yo interior cuando las cosas se vuelven demasiado rígidas. Actúa como un agente de regeneración y renovación, tanto para el mismo como para los demás. Es la parte de nuestro carácter que puede integrar la parte oscura del Huérfano y transformarla en energía útil.

Sabio .El Sabio es la parte de nuestra psique que puede ser experimentada en estados meditativos con nuestro yo interior. Observa nuestros pensamientos y sentimientos, pero no se identifica con ellos, de forma que el Sabio nos ayuda a ver que es realmente importante en nuestra vida y transcender esas pequeñas cosas que nos distraen de nuestro ser interior más puro. Cuando dejamos de enfrentarnos a la verdad, es cuando podemos ser libres.

Loco. El loco es el elemento de nuestro carácter que representa la multiplicidad de la conciencia. Como el bufón de la corte, el Loco se ríe del rey y de todos aquellos alrededor suyo, arrebatándoles el poder y haciendo que las cosas pierdan su sentido rígido. El Loco nos enseña que la mayoría de las veces solo estamos expresando una de nuestras facetas, o máscaras, de la lista de arquetipos, pero casi nunca nuestro yo verdadero. El Loco es así la avanzadilla de este yo verdadero, nos enseña a reírnos de nosotros mismos, a no tomar nada excesivamente en serio y nos muestra el camino hacia donde encontrarnos realmente.

Como podéis ver, somos muchas personalidades a la vez, tenemos muchas máscaras (más de estas explicadas de forma generalizada). El hecho de saber reconocerlas cuando están usurpando a nuestra verdadera personalidad es lo que nos permite desenmascararnos y poner a nuestro Ego en su sitio, es decir, no dejar que tome control de lo que somos y hacemos. Nuestro ego es realmente un programa de gestión de nuestra psique que toma mil caras distintas, pero no somos nosotros. No lo confundas y aprende a reconocerlo, descubrirás todo una fachada que se cae de repente y que te muestra las cosas desde otra perspectiva.

¿Me invitas a un café?

un saludo,
David Topí

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