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El proyecto ideal de vida

Se dice que cuando la gente llega a ciertas edades sufren crisis existenciales al darse cuenta de que lo que hacen con su vida ya no tiene el interés, o ha perdido el valor, que en su momento tenía. Es entonces cuando nos planteamos qué hacer en los años venideros, cómo encontrar algo que nos haga felices y cómo construir un plan de vida que sea válido para nosotros como personas y como miembros de una sociedad más amplia.

No es que tengamos que llegar a ninguna crisis para meditar sobre estas cosas, pero desafortunadamente todos andamos tan ajetreados con nuestros  pensamientos, que pocas veces nos paramos a pensar si el proyecto de vida que tenemos es un modelo válido para el resto de lo que nos queda de ella.

Si quieres evitar una crisis existencial, examina tu plan actual, a grandes rasgos, y comprueba si cumple los cuatro principios del proyecto de vida ideal:

Yo, y nada más que yo

Nuestro proyecto de vida solo es válido si principalmente es fantásticamente bueno para nosotros y solo para nosotros. Hagas lo que hagas, tienes que ser feliz con ello, tiene que valerte como brújula interior, tiene que llenarte, tiene que cuadrar con tus expectativas. El sacrificio por otros haciendo algo que odiamos, no nos gusta, no nos llena, no es un proyecto óptimo, por tanto en cuanto acabará rompiéndose al deteriorarse el primer pilar que lo sustenta: tú mismo.

Preocúpate de que la primera pata del taburete que sustenta tu existencia esté bien atornillada. No significa que no haya épocas en las que uno tenga que hacer algo que no sea compatible con este primer pilar, pero, por norma general, cualquier cosa que decidamos hacer con nuestra vida tiene que ser, sobre todo, buena para nosotros como individuos.

Por poner un ejemplo, imaginemos que, como proyecto de vida, te has propuesto ser poeta. Si escribes poemas que te llenan de gozo y expresan toda tu sensibilidad y belleza interior, aunque te los guardes solo para ti, ya cumples con el primer requisito. Si eso te llena, ya es un proyecto de vida que se sustenta sobre el primer pilar.

Nuestro entorno familiar

El segundo pilar de todo proyecto de vida es la compatibilidad con nuestro entorno más cercano: nuestra familia, nuestros hijos. Cuando lo que hacemos es totalmente válido y perfecto para nosotros como individuos únicos, podemos y debemos, si queremos llegar a crear un proyecto más satisfactorio, conseguir que abarque a nuestro núcleo cercano. Si nuestro taburete cuenta con una segunda pata, la familia y el núcleo íntimo, y nuestro proyecto es compatible con ellos, les incluye, les beneficia, entonces tenemos ya asegurado un buen pellizco de felicidad y tranquilidad interior.

Cuando compartes las poesías que haces con los tuyos, y estas les emocionan, les hacen reflexionar o les hacen llorar de contento, lo que haces les encanta, todos te apoyan, todos te animan a que escribas más porque tus actos, y tus acciones, influyen positivamente en tu entorno cercano, tu plan de vida es más que bueno. Tienes otra buena base en la cual asentarlo.

El grupo

La tercera pata de nuestro taburete es el grupo social, el entorno de nuestro barrio, nuestra ciudad, incluso nuestro país. Nuestro proyecto de vida, si aquello que hacemos incluye este nivel, estará proporcionando un gran servicio a otros además de a nosotros mismos. Cuando aquello que hacemos puede llegar a abarcar algo tan grande como nuestra ciudad o nuestro país (es decir, cuando los beneficios y consecuencias de nuestros actos llegan a este nivel) es cuando empezamos a recibir enormes beneficios personales por el proyecto de vida que hemos escogido.

Como hemos hablado decenas de veces, cuanto más valor se aporta a la sociedad, de la forma que sea, más valor recibe uno a cambio. Obviamente, si con tu trabajo, tus acciones, tu actos, creas un proyecto de vida que incluye esta tercera pata, tu taburete no solo será sólido, sino que además extremadamente reconfortante. ¿Qué tal sería si publicásemos este libro de poemas en nuestro idioma de forma que todo aquello que exprese llegase a mucha más gente? Ese sería un proyecto de vida que se acercaría mucho al ideal. La mayoría de las personas tenemos un proyecto de vida que se apoya solo en las patas 1 y 2, ¿Cómo es el tuyo? ¿Puedes incorporar una más? ¿y si es así, puedes pasar a la última y consagrar tu proyecto ideal?

La Humanidad

El proyecto ideal es ya aquel que se sustenta sobre los tres últimos pilares y tiene en cuenta y usa como última pata del taburete este cuarto: la humanidad. Aquello que haces, aquello que eres, aquello que creas y compartes, beneficia a todo el planeta. Es el último elemento de un proyecto de vida ideal, por que a más beneficio aportado a la humanidad entera, más satisfacción personal y más beneficios caen de vuelta en nosotros. Una vida cuyos actos, cuya aportación, cuya visión abarca toda la humanidad, es la vida plena, es el sumun de la felicidad y de sentirse útil, pleno. Es el poeta que traduce sus libros a muchos idiomas, que expande el alcance de lo que hace y que consigue emocionar a mucha más gente, por no decir a todo el planeta. Si consideras que estás en este nivel, ¡enhorabuena! Tu brújula interior te ha guiado bien y es seguro que te sentirás colmado con todo lo que haces.

Y si todavía no es así, ¿Cuántas patas tiene tu taburete? ¿No crees que va siendo hora de añadirle alguna más?

¿Me invitas a un café?

un saludo,
David Topí

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