Metafísica - Estructura de la realidad - Mente y Consciencia -  Sistema energético del ser humano 

Mensajes canalizados, un sinfín de fuentes, múltiples ángulos y entendimientos

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A mi me gusta comparar cosas, conocimientos me refiero. Cuando de una fuente encuentro una idea que me explica algo que no entiendo, busco a ver que otras fuentes me pueden explicar lo mismo con otro ángulo para ver si puedo obtener una perspectiva diferente del mismo concepto pero bajo otra visión. Si lo consigo, se amplia mi percepción del tema, se amplia mi conciencia, se amplia mi entendimiento. Si no lo consigo, o por el contrario todo lo que encuentro son ideas enfrentadas o explicaciones totalmente opuestas, tengo que esforzarme a fondo por entender como dos fuentes, a priori, fidedignas, o sin ninguna sospecha de querer “desinformar” deliberadamente, me están dando dos mensajes contradictorios para algo que, se supone, es un hecho o conocimiento objetivo que tendría que percibirse igual por ambos lados, o al menos, parecido.

Tratando de analizar la veracidad o validez de los mensajes

Suelo recibir montones de emails preguntándome que opino de tal o cual cosa, ser, libro, autor o fuente X. No suelo tener otra respuesta más que pedir a la persona que lo juzgue por su propia valoración de la información y la energía que le transmite. El tema es especialmente candente cuando hablamos de material subjetivo, canalizado, proveniente de fuentes externas a nuestro planeta.

Lo primero que me hizo comprender que, de algún modo,  todo es correcto, es que cada entidad que transmite su mensaje a un ser humano, lo hace desde su punto de vista, y luego lo que recibimos nosotros, el público que lo leemos o escuchamos, es la versión filtrada por la mente e ideas del canalizador. He tenido la suficiente experiencia con entidades que llamamos guías de lugares, planos y jerarquías tan dispares, que, la misma pregunta, que tu piensas es bastante clara y objetiva, tiene tantas respuestas como veces quieras preguntar y seres quieran responder.

El hecho es que como es arriba, es abajo. Si 100 personas se fueran a una ciudad que no han visto nunca, y a la vuelta se prestaran a que varias personas les hicieran preguntas sobre como es la ciudad que han visto, no habría dos respuestas iguales. Si reducimos el objeto, y en vez de una ciudad, ponemos una idea, y dejamos que esas 100 personas la describan, no habrá tampoco dos explicaciones iguales. Si incluso ponemos un objeto material, un coche, delante de esas 100 personas, no habrá 100 descripciones iguales.

Si aquí está lleno, no os podéis imaginar lo que hay fuera…

El problema de las canalizaciones es que hay millones de entidades ahí fuera, de todos los colores vibratorios, niveles evolutivos, razas, jerarquías, sistema planetarios, etc. Nacidos de diferentes logos solares, de diferentes logos galácticos, con diferentes estructuras arquetípicas, con diferentes escalas evolutivas, y con diferentes composiciones energéticas. No vas a recibir la misma descripción del “coche” de un ser que no tenga cuerpo emocional, porque su raza no lo usa, que de uno que lo tenga potenciado al máximo. No vas a recibir la misma descripción del coche de una jerarquía que sirve al logos del cual ha nacido, y por ende “no evoluciona” sino que siempre ha estado en el mismo nivel evolutivo, que una que ha pasado por múltiples planos, densidades o cambios de conciencia.

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Mas de una vez me han enviado mails con libros canalizados urgiéndome a que los leyera y corrigiera mis artículos porque ahí estaban “las respuestas” y la verdad de todo, en contraposición a lo que yo escribo. No lo niego. Seguro que en esos mensajes están las respuestas y la verdad, desde el punto de vista de la fuente que las ha transmitido, e igual yo me he nutrido de otra de esas fuentes que ve el coche desde otro ángulo.

Así, desde que empecé a meditar y conectar con mis propios guías, y especialmente desde que estoy trabajando con mis compañeros en regresión y estoy pudiendo hablar con muchos de los suyos en tiempo real (y cada uno tiene una historia, nivel, vibración y origen distinto), estoy aprendiendo de primera mano como cada ser, percibe la creación de forma distinta. Y todo es CORRECTO. Solo que, por otro lado, todo es RELATIVO al punto de vista de quien lo ha transmitido, y lo más importante, de quien lo ha recibido.

El nivel lo marca el receptor

Esto es sumamente importante, yo veo que nuestros guías adecuan sus respuestas al nivel del que hace las preguntas, yo, en este caso. Las primeras sesiones eran muy simples, comparadas con las conversaciones que tenemos ahora. Quizás no lo notéis mucho porque llevo poco tiempo publicando fragmentos de esas conversaciones en los artículos, y las primeras sesiones, cuando las oigo, me doy cuenta de lo poco que sabia o comprendía los temas de los que me estaban hablando. Ahora, seguro que estoy preguntando en un nivel que dentro de varios meses me parecerá “infantil” y las conversaciones habrán subido de magnitud o profundidad. Pues si extrapolo mi experiencia personal a los libros canalizados que leo o me enviáis, muchas veces lo primero que hago es borrar todo atisbo de rechazo si lo que leo no me resuena, porque posiblemente la información está al nivel de la persona que lo está recibiendo, y eso puede ser un nivel muy diferente al que pueda estar yo, o podemos estar nosotros, cuando lo estemos leyendo.

Si ese libro no se actualiza, o si la persona no trabaja en ella misma para dotarse de mayor conocimiento, conciencia o entendimiento, el nivel de la canalización no variará y por ende nos encontramos con libros canalizados que parecen una chorrada, o libros que no hay quien los entienda. La fuente, como os digo, es muy importante, pues vete a saber que nivel tiene, pero el receptor no lo es menos, porque es él quien marca el nivel de la información que se recibe.

La descalificación humana como deporte global

Pero este artículo no venía tanto al caso de explicar que mil fuentes distintas nos darán siempre mil explicaciones distintas (que no contradictorias, eso ya es otra cosa) y que depende del nivel del receptor y sus filtros personales, sino de que nosotros, los seres humanos, nos lanzamos unos al cuello de otros para tratar de defender nuestro punto de vista sin entender que la otra persona tiene el suyo y que es igual de válido. Cuando corregimos a alguien porque creemos que no entiende un concepto o no se entera que el coche es como nosotros lo describimos y no como lo ve él o ella, estamos perdiendo algo muy valioso, la capacidad de ver que no hay forma de tener la visión completa de nada, al menos en este nivel evolutivo, y por lo que veo, tampoco en ningún otro, ni en los superiores de los superiores, porque incluso siempre hay algo más por encima en la estructura de la creación de la cual incluso nuestro guía más avanzado solo percibe atisbos.

Al final, todo queda reducido y explicado en la siguiente fabula, que realmente describe perfectamente lo que siento cuando alguien me pregunta si es cierto lo que se dice en tal libro o no, o lo que dice tal entidad o tal otra, o cuando me meto en foros de discusión de cualquier tema donde todos pensamos que tenemos la razón :

LA FÁBULA DEL ELEFANTE BLANCO

Cuenta una antigua fábula hindú, que habían tres hombres muy sabios, buscadores del “Sagrado Elefante Blanco”, el cual no era simplemente un mito para ellos, sino un verdadero ejemplar viviente de la más elevada Divinidad, pues Él representaba la “VERDAD MÁS EXALTADA”.

Eran tres insaciables peregrinos, embarcados en la más noble exploración de los Misterios Universales. Tres ancianos, venerables, inquietos como los niños, y con una mente capaz de abarcar lo inesperado, lo nuevo, lo trascendental. Los tres tenían una peculiaridad física y es que eran ciegos de nacimiento, pero para ellos eso no era ningún obstáculo que les impidiese continuar su búsqueda sagrada, ya que como es sabido, son los ojos muchas veces los que nublan y ciegan la realidad. – Porque para los ojos físicos todo son apariencias, pero para el sabio que reconoce esto, mira con los ojos de alma, con los ojos de la intuición. Cuando así se mira las apariencias se desvanecen y la esencia queda desnuda, nada queda oculto a los ojos del Alma.
Tras buscar por varias ciudades, exhaustos llegaron a un poblado sencillo donde un anciano lugareño, amablemente, les indicó dónde, según decían los antiguos sabios del poblado, podían encontrarlo. Estaban ya, ciertamente, muy cerca, y con decisión y firmeza, henchidos de alegría se introdujeron en el interior de la selva.

Anduvieron durante toda la mañana y como eran ciegos agudizaron al máximo sus otros sentidos. Cayó la tarde y los tres estaban exhaustos, pero seguían buscando con entusiasmo, entusiasmo digno de los verdaderos buscadores, y ¡por fin!, los tres oyeron y hasta olieron la inmanente presencia del Grande y “Sagrado Elefante Blanco”.

Profundamente emocionados, y como si de un relámpago se tratase los tres ancianos salieron corriendo a su místico encuentro, ¡hasta los árboles se apartaban por compasión al verlos venir!. Había llegado el momento, el mágico encuentro entre lo buscado y el buscador, entre lo profundamente invocado y la respuesta de una evocación divina, a la altura del tesón y la perseverancia mantenida durante años, incluso vidas… Uno de los ancianos se agarró fuertemente a la trompa del elefante cayendo de inmediato en profundo éxtasis, otro con los brazos completamente abiertos se abrazo con poderosísima fuerza a una de las patas del paquidermo y, el tercero se aferró amorosamente a una de Sus grandes orejas, ya que el elefante sagrado estaba plácidamente tumbado sobre unas hojas.
Cada uno de ellos experimento, sin lugar a dudas, un sin fin de emociones, de experiencias, de sensaciones, tanto internas como externas, y cuando ya se habían colmado por la bendición del Sagrado Elefante, se marcharon, eso sí profundamente transformados.

Regresaron a la aldea y en una de las chozas los tres en la intimidad relataron y compartieron sus experiencias. Pero algo extraño empezó a ocurrir, empezaron a elevar sus voces y hasta a discutir sobre la “Verdad”. El que experimento la trompa del elefante dijo: la Verdad (que era la representación del Sagrado Elefante Blanco) es larga, rugosa y flexible; el ciego anciano que experimentó con la pata del elefante dijo: eso no es la verdad, la “Verdad” es dura, mediana, como un grueso tronco de árbol; el tercer anciano que experimento la oreja del paquidermo, indignado por tantas blasfemias dijo: la “Verdad” es fina, amplia y se mueve con el viento. Los tres, aunque sabios y hermosas personas, no se entendían, no se comprendían y decidieron marcharse cada uno por su lado.
Cada uno por su camino, viajaron por muchos países, haciendo de su capa un sayo, y difundiendo su verdad. Crearon tres grandes religiones y fue rápida su expansión.

Esto fue posible porque tocaron la “VERDAD” y la predicaron honestamente por todo el mundo desde el corazón. Los tres buscadores, habían llegado a encontrar la Divinidad, pero no percibieron su amplitud, sino que se limitaron a experimentar una parte, no el Todo, por lo tanto, aunque sinceros en su búsqueda y en su servicio, erraron en su propia limitación mental.

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un saludo,
David Topí

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