Metafísica - Estructura de la realidad - Mente y Consciencia -  Sistema energético del ser humano 

Incremento de la consciencia corporal y haciendo que el cuerpo aumente su grado jerárquico dentro de su nivel evolutivo

En un artículo anterior hicimos mención de la capacidad del cuerpo, a través de su consciencia corporal, de decidir cosas que pudieran beneficiar al propio cuerpo físico y orgánico o rechazar cosas que no lo hicieran. De algún modo, esto parece intuitivamente correcto, pues si nos comemos algo que nos sienta mal, nos duele el estómago o, si nos pasamos con el alcohol, por decir algo, el cuerpo al día siguiente no está para muchos trotes.

Sin embargo, no es este tipo de “señales” y avisos los que el cuerpo podría emitir si tuviera más consciencia, sino que, como dijimos también en el artículo donde explicábamos las diferencias jerárquicas entre cuerpo, ser y demás categorías evolutivas, el propio cuerpo puede llegar a tener un nivel de consciencia de sí mismo mucho mayor que el que posee en estos momentos, y podría decidir, incluso en ciertos casos, actuar en contra de los deseos de la personalidad si algo le conviene o no, de ahí el ejemplo que puse de que el propio cuerpo podría mover las manos para tirar un bote de crema al suelo con tal de que no “se la pongas” en la piel si no la considera adecuada. El ejemplo puede ser tonto, pero refleja lo que la consciencia corporal podría llegar a hacer si tuviera más potencial del que tiene ahora, algo que vamos a tratar de explicar mejor y en detalle a continuación.

Comunicándonos con el cuerpo

Si habéis practicado kinesiología, variantes de técnicas que usan las pruebas musculares o incluso terapia craneosacral, sabéis que haciendo preguntas al cuerpo y observando su respuesta muscular, sensórica o corporal podemos obtener respuestas. ¿Son siempre estas respuestas correctas? Lo son desde el nivel de consciencia y conocimiento que el cuerpo tiene de sí mismo y de lo que lo forma, lo cual no significa que el cuerpo sepa cosas que otros niveles superiores sí que saben y, por eso, al cuerpo no se le puede preguntar a veces según qué cosas, no porque no vaya a responder, que lo hace con su “best guess”, sino porque no tiene acceso a ese tipo de información que sí que está disponible para los cuerpos sutiles superiores, el alma o el YS.

Pero, por otro lado, el cuerpo sí que puede interactuar con la personalidad mucho más directamente si se le otorga un nivel de consciencia mayor. ¿Y dónde está esa consciencia del cuerpo? La conciencia corporal se ubica en la capa mental del corazón, que es donde está la “personalidad” del cuerpo y la consciencia de sí mismo. Es decir, en la capa mental del corazón se ubica el envoltorio de consciencia que gestiona el resto de los niveles de consciencia que forman los elementos del cuerpo físico, los órganos. Así, la consciencia del hígado, del bazo, de los riñones o de los pulmones están en el envoltorio mental de cada órgano, pero es muy básica, y la consciencia conjunta de todos los órganos y elementos del cuerpo fisiológico se concentra en el envoltorio mental del corazón, siendo este el aglutinador del nivel de consciencia común que tiene tu avatar humano y donde se reconoce como “ser-avatar” autoconsciente de sí mismo.

¿Qué nivel de consciencia tienen la mayoría de los avatares de los seres humanos?

En general, los cuerpos que usamos tienen activado entre el 0 y el 1% del nivel de consciencia que podrían tener, con lo cual, la mayoría de avatares que poseemos funcionan regidos casi exclusivamente por los programas de las esferas mentales, y no toman decisiones por sí mismos (la consciencia corporal ubicada en el corazón decidiendo qué hacer y cómo funcionar en cada momento), ya que, por diseño, en el momento de la creación de nuestra especie por asimoss, directamente se decidió minimizar el nivel de consciencia del avatar para que este estuviera siempre supeditado a su “ocupante”, en este caso el alma, pero, antaño, siendo también asimoss los ocupantes de muchos avatares humanos cuando estaban haciendo pruebas sobre el desarrollo de los modelos que, a partir del troodón modificado, dieron lugar al lhumanu y luego al homo sapiens.

Por lo tanto, los cuerpos de la mayoría de las personas son “zombis”, pero esto no lo digo en tono peyorativo, sino para asimilar el nivel de la consciencia del cuerpo de la mayoría de seres humanos al automatismo que vemos en este tipo de películas, donde estos se mueven, hablan y “existen” de forma muy “zombificada” y sin mayor consciencia de lo que hacen.

El cuerpo, sin embargo, es mucho más

De hecho, el cuerpo es sagrado, es un templo, y se merece ser tratado con un respeto y casi una idolatría brutal por parte de cualquier ser, alma o ente que decida ocuparlo, en cualquier parte de la Creación. Esto es así porque todos los avatares físicos, que son los vehículos para que todos los seres puedan tener una experiencia de vida sea en la raza que sea, tienen un alto grado de “estima” por parte de los logos y jerarquías logóicas, y existen, literalmente hablando, seres que vigilan qué se hace con los cuerpos físicos en todas las razas en las que se usan avatares como el nuestro para que niveles “espirituales” tengan experiencias terrenales. Así, se supervisa el uso que se le da a un cuerpo humano, igual que se supervisa el uso que almas asimoss hacen de avatares asimoss o se supervisa el uso que almas “lo que sea” de la raza “lo que sea” hace de sus avatares “los que sean”.

En el caso del ser humano, todo es mucho más complejo y liado, un poco caótico si queréis, porque como el ser humano fue creado con el propósito de ayudar al planeta a ser el punto de apoyo de todo el paso de nivel evolutivo de Eur, y además fue creado y descreado, manipulado genéticamente, borrado de la faz de la Tierra decenas de veces, vuelto a crear y vuelto a hacer evolucionar cada vez con configuraciones genómicas diferentes, añadiendo ADN de al menos 20 razas de por aquí y por allá, pues actualmente nuestro avatar es más que una simple configuración física-orgánica y energética que haya que supervisar para ver “cómo evoluciona”, ya que posee un compendio de potenciales físicos, energéticos, emocionales y mentales, álmicos y espirituales que tiene tantas capacidades que ni los seres y jerarquías que supervisan “lo que pasa con los cuerpos físicos” en las diferentes razas que los usan se ponen de acuerdo (ampliamente hablando) en cómo gestionar la evolución de estos cuerpos humanos que ahora ocupamos, y que han de seguir evolucionando como la futura humanidad Hesiel en la nT. Con esto quiero decir, que, literalmente, hay regularmente discusiones (en el buen sentido) entre las jerarquías logóicas que se encargan de todos los tipos de avatares fisiológicos respecto a cómo gestionar todo el proceso evolutivo que tendría que llevarnos a saber usar el 100% de las capacidades de nuestro vehículo orgánico, algo que aun es un trabajo en marcha y que posiblemente no tendrá conclusión hasta bien entrada nuestra especie en el siguiente nivel evolutivo, la nT.

Entonces ¿Qué podría hacer la consciencia corporal si tuviera un mayor grado jerárquico?

En primer lugar, quizás, deberíamos explicar que se le dio al YS el poder de decidir a qué nivel de jerarquía se permitiría elevar la consciencia corporal de cada avatar según lo que cada alma local decidiera como experiencia para cada vida.

En general, activar el nivel de consciencia del cuerpo es una tarea del YS y, cuando esta se inicia, entonces el cuerpo genera un “yo” autoconsciente conectado a la esfera de consciencia del cuerpo mental con el cual puedes comunicarte interna y mentalmente, mucho más allá de la comunicación mediante técnicas kinesiológicas o por el estilo.

Es decir, cuando el YS decide que es importante, oportuno y el momento de que el campo mental del corazón se convierta en un “yo corporal”, es el propio YS el que, primero, le otorga una identidad propia al cuerpo y a su consciencia, haciéndola independiente del resto de yoes y partes de nuestra personalidad. Este “yo corporal”, por lo tanto, no forma parte de la personalidad, sino que se mantiene ubicada en la parte mental del corazón y se comunica con el cerebro a través de sus propias redes neuronales, de forma que, el corazón, o mejor dicho el cuerpo en su totalidad, ahora puede interactuar a través de sus propias conexiones neuronales del corazón con el cerebro, la mente y la esfera de consciencia, que es donde estamos “nosotros” como la personalidad del avatar.

Con otras palabras, a partir de ese momento, el “yo corporal” que ahora se reconoce como cuerpo orgánico autoconsciente de sí mismo, puede hablar, decidir y pedirle cosas a la personalidad y, entonces, el propio cuerpo te puede decir (mentalmente) que no le pongas esa crema o que no te comas eso, antes de que lo vayas a hacer y con total conocimiento de causa y con la capacidad de frenar la acción de la personalidad para hacerlo si “yo” (David, la personalidad que soy) insisto en hacerlo.

Además, una vez el YS ha incrementado la consciencia corporal y se ha formado el “yo corporal”, este recibe un nombre, que equivale a la versión “sonora” de la vibración y jerarquía que entonces tiene el cuerpo. Y ese nombre solo es comunicado a la personalidad directamente por el YS y de forma inequívoca, clara y nítida, cuando se aprecia que la personalidad es capaz, entonces, de respetar las decisiones del propio cuerpo. En el momento en el que el YS te entrega el nombre de tu avatar, entonces estás en igualdad de condiciones a la hora de tratar las experiencias que el cuerpo ha de vivir y que tú has de experimentar a través suyo, por lo que la simbiosis es mayor y la colaboración consciente se hace más profunda entre “vehículo” y “conductor”.

Sintiéndote como un conductor externo

En este momento, la personalidad puede sentirse quizás como un pasajero del cuerpo, porque ahora el cuerpo es un vehículo consciente de sí mismo con un nivel de consciencia con el que puedes interactuar desde tu mente, y tu cuerpo sabe que puede pedirte cosas, o que puede ayudarte a que tomes decisiones que vayan acorde al bien mayor tanto del propio vehículo fisiológico como de las propias experiencias que el alma requiere vivir a través de la personalidad.

Así que se establece un mecanismo de consenso donde el alma y el YS median, cuando es necesario, entre las necesidades del cuerpo y los deseos, impulsos y programación automática de la personalidad. Y el cuerpo acepta comerse tres donuts, aunque no quiera, porque hay un programa emocional de ansiedad que hay que calmar como sea, y entonces el alma y el YS indican al “yo corporal” que debe aceptar que el estómago procese esos tres donuts, aunque todos los niveles sepan que van a sentarte mal, pero es imperativo calmar esa ansiedad para proteger, por decir algo, el equilibrio del conjunto de toda nuestra estructura mental y emocional.

Por lo tanto, el cuerpo sigue estando al servicio del bien mayor de sus niveles superiores en jerarquía: la personalidad, el alma, el espíritu y el YS, pero ya no es un mero acatador de órdenes automáticas sino que puede intervenir, y lo hace, para dar su punto de vista a través de pulsos de información que envía desde las redes neuronales del corazón hacia la esfera mental consciente, pasando su “opinión” a las esferas mentales donde es procesado por los programas de la esfera mental subconsciente, traspasado al programa ego de coordinación, enviado al alma y captado por el YS.

Tomando en cuenta la opinión del cuerpo a partir de ese momento en todas las decisiones evolutivas

Por el mismo canal y mecanismo, el alma y el YS indican al cuerpo cómo proceder habiendo tomado en cuenta su opinión, y se establecen así las prioridades para todos los niveles para que se ejecute esto o lo otro acorde a todo ello. Así, el cuerpo deja que te pongas tal crema o que bebas tal cosa o te metas tal otra en el estómago, si es que hay una indicación de que “eso” tiene que ser permitido porque cualquier otro proceso de nivel jerárquico superior está en marcha y hay que facilitar que se termine o ejecute.

Lo bueno de tener el nombre de tu cuerpo, el real, el que el cuerpo usa para reconocerse a sí mismo, es que notas el empoderamiento de tu “compañero” de viaje en este plano físico. Es decir, yo como “David” me reconozco como el “yo observador” y gestor de la parte de mi psique que forma mi personalidad y mis diferentes “yoes”, pero, además, reconozco a la consciencia de mi cuerpo como cohabitando en mi estructura energética mental, aunque esté ubicada en el corazón y no en la esfera de consciencia donde estoy “yo” y el resto de programación de mi psique.

Y cuando algo afecta directamente a mi cuerpo, le hablo, y le pregunto. Si me voy a correr y noto que mi cuerpo no puede más, le consulto, ¿Qué niveles de oxígeno tienes en estos momentos? ¿Tienes energía para dar una vuelta más a la manzana? ¿Crees oportuno parar y recuperar y beber más agua o primero te dejo descansar y tomar aire?

Y por absurdo que parezca el cuerpo va tomando decisiones evaluándose a sí mismo y te contesta, puede que mediante la propia motricidad de sus miembros parándose a sí mismo o guiándote sin indicar nada hacia la fuente, o haciendote llegar intuiciones y “mensajes” internos claros con su decisión sobre aquello que le has preguntado. Cuando se trata de comida o bebida yo hago lo mismo, o cuando me doy un golpe y no sé porque me lo he dado lo consulto ¿Era necesario que me golpeara con esto? Y, bueno, a veces las respuestas te sorprenden y tienes que aprender a aceptarlas, porque puede suceder que te llegue mentalmente algo de estilo “el alma me ha pedido que me dé un pequeño golpe porque al sentir dolor vamos a activar un proceso emocional de un tema que necesita ser sanado y con esta micro dosis de dolor ya envía el pulso necesario al cuerpo emocional para remover un poco ese bloqueo”.

Y tú, como la personalidad que eres, que no has decidido en ningún momento que te ibas a dar ese golpe, y mucho menos sabias que tu alma iba a activar una micro sanación de un bloqueo asociado a lo que sea, pues te quedas a cuadros, pero le encuentras sentido, le das las gracias al cuerpo usando su nombre y sigues con tus cosas del día a día como si fuera lo más normal del mundo que «eso», ahora, ya esté pasando y que “tu”, no eres tu cuerpo, sino eres la personalidad mental que ya usa un cuerpo consciente de sí mismo y que te ayuda a navegar por las vicisitudes de tantos miles de procesos evolutivos que hay que recorrer en todo lo que nos quede de encarnación.

Solicitando la activación de la consciencia corporal

Por lo tanto, si queréis entrar más en comunión con vuestro avatar, descubrir sus potenciales y trabajar en simbiosis con “él”, se puede solicitar al YS que empiece el proceso de potenciar la consciencia corporal y formar el “yo corporal” y, una vez lo hayáis solicitado, que con una vez es suficiente, es cuestión de ver si el YS acepta la propuesta, ya que, de hacerlo, y crear ese “yo corporal” paulatinamente, vais a tener que realmente ser conscientes de que nuestro avatar es un regalo, que hay que cuidarlo, hay que bendecirlo, hay que colaborar y no hacer nada que conscientemente lo dañe, hay que protegerlo, etc., etc., y el cuerpo, a su vez, hará todo lo posible por otorgaros la mejor experiencia terrenal que podamos tener, dentro de sus enormes potenciales y capacidades, que, aun dormidas y latentes, no dejan por eso de estar presentes y listas para ser usadas cuando toque y estemos listos para ello.

¿Me invitas a un café?

un saludo,
David Topí

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