Metafísica - Estructura de la realidad - Mente y Consciencia -  Sistema energético del ser humano 

Las categorías de «ser», «ente» y de «cuerpo» aplicadas al sistema energético, al alma, al espíritu y al Yo Superior

Desde el inicio de los artículos en el blog habéis visto que nos referimos al alma como un cuerpo, y le llamamos «cuerpo álmico». Igualmente, todos ya sabéis que el ser humano, su estructura energética, también está formada por «cuerpos» y hablamos del cuerpo físico, del cuerpo etérico, del cuerpo emocional, del cuerpo mental y del cuerpo causal, como los «cuerpos básicos de serie» que todos tenemos, y, luego, hemos hecho mención a los «cuerpos superiores», como el emocional superior, el intelectual superior, el espiritual superior y el cuerpo solar.

Sin embargo, cuando hemos explicado los elementos de la estructura del ser humano que se encuentran en los niveles más elevados de nosotros mismos, como el espíritu y el Yo Superior, ya hablamos de que tienen «categoría de ser«, es decir, que no son cuerpos, sino que el espíritu es un «ser» y el YS también tiene categoría de «ser».

¿Qué es esto y qué significa que un elemento de nosotros tenga un nivel de «cuerpo» o tenga un nivel de «ser»? ¿Por qué esta distinción? ¿No es simplemente un juego semántico para no repetir vocabulario como muchos quizás podríamos pensar?

La verdad es que no, y vamos a ver la razón de ello.

De nuevo, todo depende del nivel de consciencia

La jerarquía de cualquier elemento o ser que existe en la «Creación» depende del nivel de consciencia que este tenga.  Esto ya lo hemos hablado muchas veces y lo tenéis explicado en múltiples artículos, en los libros y en los cursos de la escuela.

El nivel de consciencia lo marca el grado de activación de este parámetro en las mónadas que forman la estructura mental de esa persona, ente, miembro de cualquier especie o raza, miembro de las fuerzas de la naturaleza o miembro de alguna de las jerarquías logóicas que existen por todo el universo.

Como ya sabéis también, las mónadas son las partículas más pequeñas en las que se puede dividir «todo», y tienen tres aspectos en forma de vectores: el aspecto consciencia, el aspecto energía y el aspecto materia, además de poseer polaridad positiva, polaridad negativa o polaridad neutra.

La jerarquía entre ellos es conocida también, para cambiar algo en su aspecto material se tiene que modificar su aspecto energía y su energía sólo se puede cambiar cuando cambia su aspecto consciencia. Por lo tanto, la consciencia es la clave de la transformación, alteración, cambio, sanación, desprogramación, crecimiento, evolución, etc., de «todo». Cambiando e incrementado tu consciencia, cambia tu universo.

Niveles jerárquicos dentro de nuestra propia estructura

Por lo tanto, todos los elementos del ser humano (órganos y componentes físicos, estructuras energéticas y sutiles, cuerpos superiores, alma, espíritu, YS, etc.) tienen un nivel de consciencia determinado porque las mónadas que lo forman tienen su aspecto consciencia activado hasta un cierto grado, y, por lo tanto, la jerarquía de las «partes» que componen lo que somos depende del nivel de consciencia que tiene cada una de esas partes que nos forman.

De menor a mayor jerarquía, por lo tanto, el cuerpo físico, y la consciencia corporal, es la que tiene menor «peso» en las decisiones del conjunto de aquello que somos.

Esto significa que, si por un “bien mayor” y una decisión del alma y del espíritu, hay que hacer algo que puede causar un daño al cuerpo, la propia opinión del cuerpo al respecto, aunque es tenida en cuenta, es la que menos pesa, y el cuerpo acepta, con conocimiento de ello, que es necesario hacerse una herida o darse un golpe, por decir algo, porque hay algo mayor que beneficia al conjunto al hacerlo (por muy absurdo que esto parezca).

Esto, sin embargo, va cambiando a medida que el propio avatar gana e incrementa la consciencia de sí mismo, de manera que, un cuerpo físico con un alto grado de activación del aspecto consciencia en cada una de sus mónadas, átomos y células, puede entonces incluso decidir que una crema (por decir algo) no le conviene, y las propias manos se mueven por orden de la consciencia corporal (ubicada en la capa mental del corazón) para hacer que se caiga el bote y se rompa, y que no “se la pongas” (al cuerpo) en la piel.

El tema de la consciencia corporal y cómo y cuándo el propio avatar puede decidir cosas en contra de las intenciones de la personalidad (solo hasta cierto punto y margen, pues sigue teniendo que estar bajo la gestión de los niveles superiores) lo hablaremos en otro artículo en algún otro momento, pues es interesante, pero también largo y complejo.

Luego, la consciencia propia del cuerpo etérico, del cuerpo emocional, del cuerpo mental y del cuerpo causal son las que siguen «en nivel jerárquico”, y, entre ellos, en el mismo orden en el que los hemos mencionado, siendo el cuerpo causal el que tiene mayor “rango” de los cuerpos “básicos”.

Luego, tenemos la consciencia ubicada en «la esfera de consciencia» que, formando parte del cuerpo mental, y más o menos a un metro sobre la cabeza, es donde se ubica la energía que forma la personalidad en forma de “yoes” fragmentados e independientes entre sí que representan cada uno una faceta de nuestro comportamiento. Así, la personalidad tiene un grado jerárquico mayor que el cuerpo físico y de los cuerpos sutiles pero menor que el resto de los elementos que le siguen.

El alma y los niveles superiores

El siguiente nivel jerárquico de la estructura humana corresponde al alma, cuyo nivel de consciencia es mayor que el de la personalidad y sus yoes. Luego, en el siguiente nivel se encuentra la consciencia del espíritu, si está presente y, finalmente, el nivel jerárquico más alto de la estructura humana es el del Yo Superior.

Por lo tanto, en el orden natural de las cosas, el YS guía y asiste el espíritu, el espíritu guía y asiste al alma, y el alma guía y asiste a la personalidad y a la estructura energética del avatar físico, sea con mayor o menor dificultad o control según la programación mental y los mecanismos de la psique que cada uno de nosotros tengamos y el grado de comportamientos automáticos que hayamos podido desprogramar o sigamos ejecutando sin ser conscientes de ello.

Paso de «cuerpo» a «ser»

Hasta el nivel de consciencia que tiene el alma, llamamos «cuerpo» a todos los elementos que ya hemos mencionado. Por lo tanto, el alma también es un cuerpo, un cuerpo con un grado de consciencia de sí misma muy elevado.

El alma, además, tiene «dos niveles». El primero de ellos, que llamamos la supralma, se ubica de forma permanente en la parte alta del plano etérico y, luego, tenemos el «alma local», que es el cuerpo «álmico local» que se ubica «dentro» del ser humano, fuera de fase respecto a los demás cuerpos, y con la capacidad de moverse a voluntad por toda la estructura energética para poder supervisar y coordinar todo el resto de los sistemas que forman nuestra estructura sutil (el alma, por lo tanto, puede ubicarse con el cuerpo causal o con el cuerpo etérico si necesita supervisar o asistir o coordinar alguna función, teniendo total libertad de movimientos por todo el conjunto de nuestra estructura).

Haciendo una analogía, la palma de la mano es la supralma, y los dedos son cada una de las vidas con su «alma local» imbuidas en cada avatar de forma simultánea en diferentes épocas históricas de la humanidad. Al fallecer en una encarnación, el alma local se reintegra con la supralma, como si el dedo índice se fusionara con la palma de la mano, independientemente de que, en otras épocas históricas, los otros «dedos» sigan con su experiencia evolutiva. Esto sigue siendo complejo, pues nos cuesta mucho comprender la simultaneidad del tiempo y el concepto de que todas las vidas y todas las versiones de nosotros mismos suceden a la vez, pues como ya hemos explicado varias veces, estamos programados para percibir el tiempo de manera lineal a partir de las rutinas y arquetipos presentes en la esfera mental consciente continuo.

Por lo tanto, el concepto de la reencarnación como tal no existe, no es real, pues ya estás viviendo todas tus vidas en todos los momentos en los que tu YS ha considerado oportuno encarnar, y no hay una vida detrás de otra, sino que todas existen a la vez. Al fallecer el avatar que usamos ahora, y terminar esta encarnación, nuestro cuerpo físico se desintegra, nuestra estructura sutil se disipa, nuestra personalidad y el personaje que ahora interpretamos se disuelve, y nuestra alma local se reintegra con nuestra supralma, volviendo «a casa» y dando por finalizada esta encarnación, perdiendo la individualidad de lo que “somos ahora” y volviendo a sentirnos parte del “todo” que representa el conjunto de nuestras vidas presente en la supralma.

Periodos entre vidas como parte de las funciones suprálmicas

Como también hemos explicado en alguna ocasión, todo lo que en múltiples técnicas de regresión o meditación o proyección podamos llegar a percibir sobre «el mundo de las almas» y lo que nos pasa «entre vidas» no es más que una adaptación mental de los procesos de la supralma que la mente interpreta como «cosas» que hacemos entre que fallecemos en una vida y aparentemente nos preparamos para entrar en otra.

Es, digamos, como si con estas técnicas de terapia regresiva o parecidas entráramos en el dominio de la «palma de la mano» y viéramos cómo hace la supralma para coordinar todos los dedos y las actividades que se dan en «el reino de las almas» (parte alta del plano etérico y algo de la parte baja del plano mental), entregando, la propia supralma, información adaptada a la consciencia de la persona que está en regresión o meditación o proyección para que tenga sentido lo que está viendo desde el punto de vista lineal de su programación del tiempo y, sobre todo, de su sistema de creencias sobre lo que “es la vida” tras la muerte.

Entonces, ¿Qué separa la categoría de cuerpo de la categoría de «ser»? ¿Qué es un «ser» para empezar?

Aunque el término «ser» lo usamos por doquier para referirnos a vida consciente, y cada autor, filosofía, enseñanza o conocimiento lo ha usado como ha creído oportuno, si somos «estrictos» y correctos con las definiciones de nuestros propios YS, no todo lo que está vivo y es consciente es un «ser».

El alma está «viva» y es ciertamente consciente, cada una de mis células están vivas y son conscientes de ellas mismas en su nivel de existencia, mi bazo está «vivo» y es ciertamente consciente de sí mismo en su propio nivel de consciencia, y mi cuerpo emocional también está imbuido de «vida» y se reconoce a sí mismo como cuerpo auto consciente.

Para que «algo» tenga categoría de «ser» ha de tener un nivel de activación de sus mónadas por encima de un determinado grado, que depende de la «potencia» del aspecto consciencia de esas mónadas (y no tenemos fórmulas que yo conozca para calcular ese tipo de “potencia conciencial”).

Así, el espíritu del ser humano, o el equivalente en otras razas que usan otros nombres para ese elemento de su estructura, tiene un nivel de consciencia activado en sus mónadas varios grados más alto que el nivel del alma, y, por lo tanto, el espíritu es un «ser», y el YS, por supuesto, también lo es. Por esta razón, muchas personas se refieren a su YS como «su ser», y no es incorrecto, al menos no cuando se trata de usar un identificativo relacionado con el grado de consciencia monádico.

Por encima de la categoría de «ser» se encuentra ya la categoría de «logos», así que Kumar, que habita la Tierra como su avatar, no es un «ser» estrictamente hablando, sino un logos, en este caso planetario, y su nivel de consciencia es muchísimo mayor que el de cualquier «ser», pues ya pertenece a otra categoría evolutiva.

Entes: la categoría de «seres» regidos por los demiurgos

Por otro lado, también hablamos mucho de “entes”, y usamos la palabra «ente», en general, cuando nos referimos a seres con polaridad monádica negativa. Es decir, pueden tener el mismo nivel de consciencia que un “ser”, pero la carga de sus mónadas es la que lleva el signo «-» (menos). Así, los «entes» son «seres» que están coordinados por el demiurgo «regional», mientras que los «seres» se rigen por las directrices e indicaciones del logos «regional» de cada sector de cada galaxia.

De igual forma que los logos tienen jerarquías logóicas formadas por seres que les asisten, los demiurgos tienen jerarquías “demiurgas” formadas por entes que les asisten también.

¿Qué es pues el demiurgo?

Un demiurgo es un logos que se ocupa de la coordinación de todos los campos de fuerza, energías, procesos y gestión de las mónadas que han sido activadas con la polaridad «menos» de la “Fuente”.

La “Fuente” es un mecanismo de generación de mónadas a partir de algo que, en su momento, denominamos «plasma de existencia», pero ese es otro tema que ya tocaremos más adelante, pues la «Fuente» no es un ser, no es un logos, es «otra cosa» que ahora es muy difícil de comprender (por los topes en la psique humana) y cuya mejor definición en estos momentos es la de “mecanismo de generación de existencia». Básicamente, la “Fuente” emite mónadas en estado latente y no activas y luego los logos las usan y gestionan como consideran oportuno.

Puesto que la «Fuente» (AUM en Irdin) genera mónadas latentes e inactivas, los logos «cósmicos» (de cada universo) recogen esas mónadas y activan una parte en su polaridad positiva y otra parte en su polaridad negativa, más una parte que se mantiene en polaridad neutra para poder equilibrar el universo que cada logos gestione.

Luego, los logos «cósmicos» entregan a los logos galácticos (y otros tipos de logos que también las necesitan) tantas mónadas de ambas polaridades como sean necesarias y, los logos regionales, se encargan de coordinar su uso y funcionamiento. Por lo tanto, en nuestra «región» de la Vía Láctea, el logos «regional» (Umar, en Irdin) coordina todo lo relacionado con las mónadas de carga «+» y el demiurgo «regional» (Abraxas, en Irdin), coordina todo lo relacionado con las mónadas «-«. Como veis, no estoy poniendo adjetivos de bueno o malo, ya que no existen tales conceptos en ese nivel.

Umar y Abraxas trabajan «codo con codo» y en coordinación permanente para mantener el equilibrio energético en nuestra región, y dotar del sustrato necesario a cualquier logos solar y planetario para que se puedan dar todas las combinaciones posibles de elementos (por las infinitas combinaciones que se pueden hacer de mónadas neutras, positivas y negativas, y con infinitos grados de activación de sus aspectos materia, energía y consciencia) que sustentan la vida y la evolución para cada raza y para cada planeta.

Así, a nivel de «vida consciente», todos los seres que poseen, digamos, una polaridad más alineada con una carga «-» están coordinados por Abraxas y pertenecen a la categoría de “entes», mientras que todos los que poseen, digamos, una carga «+» predominante, entran dentro de la categoría de «seres» y Umar los coordina.

En general, toda la vida consciente posee ambas polaridades, así que hay mónadas de polaridad negativa tanto como hay mónadas de polaridad positiva en prácticamente todos los cuerpos, seres y logos de la Creación, simplemente una mayor cantidad de ellas hacia un lado o hacia otro inclina la balanza hacía la nomenclatura de ser o de ente. Es necesario que así sea pues es la única manera de mantener el equilibrio en el cosmos, tanto a nivel interno para cada ser vivo como a nivel de estructuras y componentes que permiten que esa vida pueda existir.

Categorías básicas con múltiples divisiones

Estas tres categorías, digamos, forman la base jerárquica principal que rige la vida consciente, así que todo lo que existe puede pertenecer a la categoría de cuerpos, de seres/entes o de logos/demiurgos. Hay otras categorías «menores» intermedias que ahora nos complicarían la explicación en exceso.

Lo que pasa es que, a nivel de ser/ente y de logos/demiurgos hay también miles de divisiones y grados intermedios, así que hay seres que, siendo «seres» o «entes» por categoría, tienen niveles jerárquicos que no nos podemos ni imaginar, y logos que se encuentran en niveles que no hemos estudiado, y que, por decirlo de alguna forma, se encuentran entre los niveles más comunes que conocemos de logos de planetas, logos de estrellas (solares), logos regionales, logos de cada galaxia y logos de cada universo.

Por lo tanto, tu YS y tu espíritu son “seres”, los guías que te asisten son seres, los miembros de las jerarquías logóicas y de las fuerzas de la naturaleza son seres, los miembros de las jerarquías demiurgas son entes, el demiurgo es un logos que gestiona la polaridad “menos” de la estructura de la galaxia donde existe, los planetas, estrellas, galaxias y universos están regidos por logos, etc., y así, cada cosa que existe, tiene su categoría y esta depende del nivel de consciencia que poseen las mónadas que lo forman y la polaridad de las mismas.

El poder pasar de una a otra también es un tema interesante que veremos en algún otro momento, pues es correcto que, de la categoría de cuerpo se puede pasar a categoría de ser, de la categoría de ser se puede pasar a ente y de ente a ser, y de ser se puede pasar a logos. Los procesos evolutivos necesarios para ello son complejos y largos, pero forman parte de las posibilidades evolutivas presentes para toda la vida consciente en la Creación.

Ahora, con esta introducción/repaso a conceptos que ya habíamos más o menos visto por encima y que ahora espero resulten más claros, veremos en el siguiente artículo la jerarquía de «entes» que existe en nuestro planeta, y quizás así comprenderemos también quién o qué mueve los hilos en la polaridad «negativa», muchas veces en coordinación con REC, algunos bajo control de SC y otros muchos «entes» libres y actuando por cuenta propia, pues fueron “enviados” por el demiurgo para densificar y bajar la vibración de la Tierra cuando Kumar estaba en momentos críticos de su procesos de sostén del paso de todo Eur y solicitó más carga “-“ para poder equilibrar trillones de mónadas con carga “+” que se le iban acoplando en las estructuras de soporte que hemos comentado.

Lamentablemente, para bien o para mal, todos estos entes que han ido entrando con cierto grado de consciencia también fueron cocreando su propia realidad en el planeta y generando sus propias agendas que, en múltiples ocasiones han causado, y siguen causando, no pocos problemas y situaciones complejas a la humanidad.

un saludo,
David Topí

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